Una buena lección en el ciclo de Kolb

Educación

¿Qué significa una buena lección?

Esta es una pregunta que tuve la oportunidad de plantear a los profesores del taller del programa Digital Historytelling en Polonia. ¿Qué me dijeron? Una buena lección se basa en las necesidades, tanto del alumnado como del professor o profesora. Da sensación de seguridad, se basa en la confianza, pero también da sensación de impacto. No es esquemática, tiene en cuenta diferentes opciones de respuesta. Es colaborativa, pero también reflexiva. Permite la actividad, permite hacer “algo”. Hace referencia a experiencias anteriores.

Estoy profundamente de acuerdo con todas las respuestas. Confirman mi experiencia como formador: intento crear este tipo de actividades. Y cuando lo consigo, veo los resultados. Los alumnos se van satisfechos y siguen hablando del tema de la clase. Tengo la sensación de que saben y pueden hacer más.

Esta concepción de una buena clase se ve confirmada por el concepto de “situación de aprendizaje”, creado por Jacek “Jac” Jakubowski, formador, instructor, psicólogo y presidente del Consejo de Formadores de la Asociación Polaca de Psicología. El autor sostiene que para aprender eficazmente unos de otros, es decir, para añadir nuevas experiencias y conocimientos a las experiencias y conocimientos que ya se poseen, deben cumplirse cuatro condiciones:

  • seguridad – para aprender con eficacia necesitamos sentirnos seguros mental y físicamente. Si no tememos esta comodidad, nuestro cerebro entra en modo de supervivencia: somos capaces de recordar cosas nuevas, pero por poco tiempo.
  • sentido de significado(recompensa) – aprendemos más eficazmente cuando sabemos por qué lo hacemos, conocemos el propósito del aprendizaje, sabemos qué nos aportarán los nuevos conocimientos y habilidades, para qué sirven.
  • sentido de comunidad– esto no significa que tengamos que caernos bien en el grupo en el que aprendemos, pero para el Desarrollo necesitamos: respeto mutuo, conocer y seguir las reglas que hemos acordado en las relaciones.
  • actividades – si quiero y lo necesito, puedo participar activamente en una tarea, y puedo cambiar de lugar y espacio cuando mi cuerpo me lo pida

¿Cómo impartir buenas clases? El ciclo de Kolb

Alice y David Kolb, investigadores y teóricos estadounidenses de los métodos de enseñanza, llegaron a conclusiones similares. Demostraron que cada persona aprende de forma ligeramente distinta, cada persona tiene un estilo de aprendizaje dominante diferente. ¿Cómo conciliarlos a la hora de trabajar con los alumnos y alumnas de una clase determinada? Los autores del concepto responden: trabajando con cada uno de los estilos a lo largo de un periodo de tiempo. Para ello crearon un ciclo, el llamado ciclo de Kolb.

 

El ciclo consta de cuatro pasos:

1. Experiencia concreta – La investigación de Kolb ha demostrado que algunas personas necesitan experimentar algo para aprender algo nuevo. Este estilo de aprendizaje se acerca a un amplio abanico de personas. Así que los Kolb dicen: empezar con la experiencia – dejar que la gente experimente algo en una situación de aprendizaje segura, preferiblemente de una manera que implique sus emociones. ¿Qué puede ser una experiencia? Un juego (como los creados en el programa Digital Historytelling). Una situación o escena recreada por el alumnado. Una simulación. Estudio de casos. Realización de una tarea en equipo, como la preparación de una línea de tiempo (véase de nuevo: materiales en el sitio web del proyecto). Visionado de una película. Cuanto más involucres las emociones de los y las estudiantes, mejor. El límite es su seguridad, su bienestar. Te animo a que no anuncies el tema de la clase o de la actividad. Deja que los alumnos y alumnas experimenten, ponlos en contacto con lo que tratará la lección, deja que descubran el tema por sí mismos. Tu papel en esta fase es crear un espacio seguro para experimentar. Por supuesto, adapta el ejercicio a los objetivos y al tema de la lección

2. Observación reflexiva: algunas personas sacan lo mejor de sí mismas hablando de lo que han experimentado. La clave del éxito es formular la pregunta adecuada. ¿Qué preguntar? Por un lado, es útil que la pregunta permita expresar y desahogar las emociones que suelen acompañar a la experiencia (“¿Cómo trabajaste?”, “¿Cómo te sientes después de lo que hiciste?”, “¿Cómo te sientes?”, “¿Qué fue difícil y qué fue fácil para ti?”). Por otro lado, debe permitir profundizar en la experiencia, analizarla. Debe abrir el grupo, animar a compartir (“¿De qué trataba el ejercicio/película que habéis visto?”, “¿Qué ha pasado aquí?”). Conviene preparar de antemano una buena pregunta de reflexión inicial. Tu trabajo consiste en abrir el grupo, moderar la conversación y escuchar atentamente. Recuerda que no hay respuestas correctas o incorrectas, no pierdas el tiempo con tus comentarios: cuanto más escuches, mejor te harás una idea de lo que el grupo necesita en el siguiente paso. El silencio (después de tu pregunta) puede ser tu aliado aquí – antes de hacer la siguiente pregunta, intenta aguantarlo un poco, quizás en un momento alguien inicie una reflexión profunda, pero necesita pensar un poco más o reunir valor.

3. Conceptualización abstracta (conocimiento/teoría/generalización) – esta es la fase en la que ayudas a sacar conclusiones de la experiencia y la reflexión, nombras los fenómenos o procesos que el grupo ha experimentado, los traduces en principios más generales. Responde a la pregunta: ¿qué más merece la pena mencionar a los participantes en la actividad? Es mejor hacer esto dos veces: la primera vez cuando estés preparando la actividad, y la segunda vez durante la actividad, después de la fase de reflexión. Pueden surgir muchas cosas, incluso cosas que no habías previsto. Si es así, ¿cuáles merece la pena reforzar, destacar? Esta es la fase en la que -por primera vez- demuestras que sabes un poco más sobre un tema que los alumnos. Y si no lo sabes, puedes guiar al grupo para que adquieran juntos estos conocimientos, por ejemplo, buscando juntos en Internet la respuesta a una pregunta planteada durante la reflexión. Aquí puedes utilizar una breve conferencia (¡pero muy breve! – recuerda que esta parte tiene que ser coherente con lo que los y las participantes han experimentado en los pasos anteriores). También puedes concretar los conocimientos con el grupo. Es importante que esta parte de la lección no sea demasiado larga y que haga referencia a la reflexión y a la experiencia.

4. Experimentación activa (aplicación): esta es la fase en la que se da al alumnado la oportunidad de poner en práctica sus nuevos conocimientos y habilidades respondiendo a la pregunta: ¿para qué se puede utilizar este conocimiento o habilidad? En esta fase, puedes volver a una tarea de la experiencia preguntándoles si la habrían hecho de otra manera con sus nuevos conocimientos y habilidades. Puedes preparar una nueva tarea en la que el alumnado los utilizarían. Por último, puedes preguntarles qué oportunidades ven para aplicar los nuevos conocimientos. Esto último está muy relacionado con las lecciones de historia: ¿cómo afecta el pasado al presente? ¿Ofrece el nuevo conocimiento una perspectiva diferente del mundo actual?

Los cuatro pasos anteriores se denominan ciclo porque la aplicación de uno puede servir de introducción e inicio del siguiente. Este proceso puede repetirse hasta terminar el tema y las lecciones posteriores pueden constituir otros ciclos.

¿Cómo llevarlo a la práctica?

Para trabajar con el ciclo de Kolb, para pensar de esta manera, tienes que ponerlo en práctica, acostumbrarte a él. Cuantas más lecciones realice utilizando este método, más fácil te resultará. Merece la pena que te ayudes preparando las lecciones siguiendo el patrón de unas pocas preguntas.

Es importante hacerlo en el orden propuesto:

¿CUÁLES son los alumnos y alumnas para las que estoy preparando la lección? ¿Qué les gusta? ¿Qué y cómo piensan? ¿Cómo adquieren conocimientos? ¿Qué les motiva, qué les hace felices? ¿Cómo les gusta trabajar y qué les resulta difícil? ¿Qué les interesa?

¿POR QUÉ estoy haciendo esto? ¿Cuáles son mis objetivos educativos? Pero no los de la próxima lección, sino los de este curso escolar o los de todo el proceso educativo del alumnado en la escuela. Una lección es muy poco, el proceso educativo es mucho tiempo. Entonces, ¿qué me importa? ¿Qué competencias quiero desarrollar en mis estudiantes? ¿Qué tipo de personas saldrán después de unos años de clases conmigo? ¿Qué competencias útiles en la vida les ayudaré a desarrollar?

¿QUÉ? ¿Qué tema de clase voy a seguir?

¿CÓMO? Es una cuestión de método. Si estoy trabajando con el ciclo de Kolb, necesito responder a las siguientes preguntas:

  • ¿Por dónde empiezo? ¿Cómo captaré su atención y les pondré en contacto con el tema de la lección? (experiencia concreta).
  • ¿Qué les preguntaré después de la experiencia? ¿Cómo abriré la reflexión? (observación reflexiva)
  • ¿Qué más les diré? ¿Qué debería resonar como generalización? ¿Qué me interesa? (conceptualización abstracta)
  • ¿Cómo se relaciona lo que digo con la vida de mis alumnos? ¿Cómo puedo mostrarles cómo aplicar sus nuevos conocimientos y habilidades? (experimentación activa).

¿Te gustaría ver cómo sería en la práctica una clase en la que se utilizara el ciclo de Kolb? Eche un vistazo a los escenarios de clase preparados como parte del programa Digital Historytelling.

¡Buena suerte en tu trabajo con el aprendizaje experimental!

 

Autor: Maciej Sopyło – formador que trabaja con grupos desde hace veinte años. Apoya a profesores/as y educadores/as en el campo de la educación mediática, la comunicación empática y los derechos humanos.

Este artículo ha sido creado en el marco del programa Digital Historytelling, dirigido por la Fundación Escuela con Clase en colaboración con la Asociación Smilemundo y la Fundación Rey Balduino, con financiación del programa Erasmus+ de la Comisión Europea.